Eventos, cátedras, revistas y unidades de cultura: acciones de ciencia sobre la ciudad (y más allá)


Las formas de hacer presente la ciencia pueden adquirir las más diversas formas, presencias y niveles. Hay veces que usan la red o los medios, otras conforman espectáculos o tertulias, charlas o revistas. Este es un paisaje no exhaustivo de algunas de ellas. Su impacto es, la mayoría de las veces, subjetivo, y la forma de medirlo podría tener en cuenta diferentes propósitos: el fomento de vocaciones, la difusión de cultura científica, el mero interés o el acercamiento a una manera de pensar. Pero ciertas iniciativas parecen estar consiguiendo un efecto multiplicador: más allá de una intención global, generan un ambiente propicio en las ciudades y lugares que las promocionan. Es, como se dice, una labor de agitación y propaganda, un bien en sí mismo.


Naukas: una plataforma de blogs y un espectáculo
 

Cuando Naukas empezó se llamó Amazings. Era el año 2010 y ya crecían, dispersos, blogs de ciencia por internet. Algunos de ellos eran los de Javier Peláez, Miguel Artime y Antonio Martínez Ron. Por ese entonces “nos encontramos en un evento los tres”, comenta este último, “y decidimos unir los nuestros”. Ese fue el germen de una plataforma colaborativa que cuenta ya con más de 150 colaboradores, seguramente uno de los grandes núcleos en España de difusión de la ciencia a través de la red.

Y un poco más allá.

“Al año siguiente conocimos a Juan Ignacio Pérez, que comenzaba la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco. Con su apoyo, comenzamos también a organizar eventos”. Estos, llamados ahora “Naukas Bilbao”, son encuentros de dos días organizados en charlas de diez minutos. En ellos tienen cabida los temas más diversos explicados en su mayoría por colaboradores de la plataforma, muchos de ellos científicos. Su crecimiento y acogida es poco menos que abrumador. El año pasado, el ayuntamiento de la ciudad les cedió el Palacio Euskalduna y dos mil personas lo llenaron. “Hacían colas que daban la vuelta, cuando salían parecía que hubiera acabado un partido de fútbol”, se asombra Martínez Ron. Los asistentes acuden en su gran mayoría entregados, como si pertenecieran a un movimiento fan. Más que a unas charlas, acuden a una celebración. “Creo que se ha convertido en un evento cultural más de la ciudad, una cita de todos los septiembres capaz incluso de atraer turismo”.


El Palacio Euskalduna durante Naukas Bilbao 17 / Imagen: Xurxo Mariño


Aunque huyen de querer convertirlo en una suerte de franquicia, los eventos de Naukas ya no se limitan a Bilbao. Se han celebrado también en San Sebastián, en Valladolid, en La Coruña o en el Museo de la Evolución de Burgos. “Curiosamente, nos faltan Madrid o Barcelona, y estaríamos encantados de organizarlo allí”, lanza Martínez Ron. ¿Cuál es el secreto del éxito? ¿Cómo captar esa atención y entusiasmo por la ciencia? “A veces nos encasillan y nos dicen que es por el humor, y en parte es cierto: es una herramienta básica de comunicación, de naturalidad. Pero creo que no es eso solo lo que hacemos. Tiene que ver más con el desenfado y con la empatía, con desengrasar la comunicación tratando de no ponernos de perfil, de comunicar desde una posición horizontal”.

El éxito de la iniciativa es evidente, pero la gran pregunta de esta y casi cualquiera de las acciones aquí recogidas es sobre su impacto: ¿Es un éxito real? ¿Genera aprendizaje, interés, atención a la ciencia más allá de los dos días de celebración? “Nosotros no hemos hecho estudios, y tampoco creo que sea nuestra labor”, asegura Martínez Ron. “Mi impresión es únicamente subjetiva, pero es muy positiva. Por la cantidad de gente que acude, porque hemos atraído también a gente de fuera del círculo científico, gente que no estaba antes interesada y que te aseguran que volverán. En general creo que la comunicación de la ciencia está mejorando, pero los cambios lentos son difíciles de observar”.

Sobre el impacto ha reflexionado Juan Ignacio Pérez, gran colaborador de Naukas y director de la Cátedra de Cultura Científica del País Vasco.


La Cátedra de Cultura Científica del País Vasco: agitación y propaganda
 

La Cátedra comenzó en el año 2010 como una unidad de extensión universitaria con el objetivo de que la sociedad en general tuviera una mayor formación científica”, resume Pérez. “Pero eso es mucho decir”. El que fuera rector de la propia Universidad del País Vasco no se caracteriza por ser amigo de los lugares comunes. “El impacto fundamental es dar satisfacción a gente que ya tenga interés. La ciencia es una parte de la cultura, por lo que ofrecer esa posibilidad es ya un bien en sí mismo. Las instituciones también tienen ese papel: nadie se pregunta por qué organizan conciertos de música clásica o exposiciones, a los que seguramente acudirán en su mayoría personas ya interesadas”.

Lo cual no exime de aspirar a lograr una repercusión mayor, de dotar a la ciencia de una visibilidad social que genere una preocupación por su importancia. “No soy partidario de hacer labores de captación, de evangelización o apostolado. Me gusta más pensar que lo que hacemos es una labor de agitación y propaganda, de poner a la ciencia en el escaparate. No se trata tanto de captar adeptos como de generar una atmósfera”.
 

Encabezado del Cuaderno de Cultura Científica, una de las principales publicaciones de la Cátedra


La Cátedra nació en gran medida de una casualidad. “Había interés en el rectorado y al mismo tiempo en la Diputación. La diputada de cultura era química, y le pareció una idea excelente”. Financiada con fondos de la propia Diputación, del Gobierno Vasco y de patrocinios privados, la Cátedra, además de colaborar en la organización de eventos como los de Naukas, cuenta con toda una serie de plataformas digitales: el Cuaderno de Cultura Científica y Zientzia Kaiera, que publican artículos divulgativos de carácter general en castellano y en euskera, respectivamente; Mapping Ignorance, que publica en inglés artículos divulgativos explicando investigaciones recién publicadas en medios especializados; o Mujeres con ciencia, que recoge artículos sobre mujeres científicas y sobre temas relacionados con la situación de las mujeres en el sistema científico.

La gran pregunta es: ¿qué impacto tiene toda esta labor? ¿Cuál es su repercusión? Hace un tiempo, el propio Pérez mantuvo un intercambio de impresiones con el divulgador Pere Estupinyà en la revista Mètode. Según este último, es posible que se esté haciendo divulgación acientífica. Al no evaluarse los resultados de estas acciones, podría ser que algunas de ellas fueran ineficaces o incluso contraproducentes. Pérez, sin embargo, es profundamente escéptico respecto a estas evaluaciones. “Si lo que queremos es conocer el impacto de la Cátedra a nivel de la educación en la ciudadanía, ¿cómo separar su efecto del de la televisión, del de los libros, del sistema educativo?”. En su opinión, no podemos ir mucho más allá de indicadores indirectos o indicadores “proxy”, como las cifras de asistencia o las visitas a la web. “En ese sentido, yo estoy muy satisfecho. Naukas llena auditorios, el Cuaderno tiene 250.000 visitas mensuales y el blog Mujeres con ciencia, también muy visitado, es el primer medio digital dedicado exclusivamente a este tema y de forma diaria. Más allá de eso, tenemos presencia en televisión, en las radios y en los periódicos locales, y muchas asociaciones de pueblos y pequeñas ciudades nos llaman para organizar charlas mensuales. Está teniendo un efecto multiplicador. Subjetivo, sí, pero evidente”.


Mètode, una revista universitaria global


El intercambio de opiniones entre Estupinyà y Pérez se produjo en una revista universitaria atípica. Mètode es una publicación editada por la Universidad de Valencia que “no funciona como una revista interna. Aparecen investigadores propios de la universidad, pero ni mucho menos en exclusiva”, explica la jefa de redacción, Anna Mateu.

Número de la revista Mètode dedicado a "Narrar la salud"


Mètode se define como una revista dedicada a la divulgación de la ciencia y a su estudio, un punto de interacción entre ciencias y humanidades. Cuenta con una web y con dos publicaciones en papel diferentes pero complementarias: una es trimestral, publicada en catalán y castellano, con un monográfico central y una serie de reportajes, entrevistas y artículos de opinión; otra es anual, en inglés, donde se recogen también los monográficos y que se encuentra indexada y sometida a revisión por pares, como cualquier revista científica especializada. De esa manera se auspicia la calidad y “se ofrece una contraprestación académica a los investigadores que participan”, explica Mateu.

Preguntada por el impacto, Mateu reconoce no tener tampoco datos objetivos sobre su repercusión, pero sí información sobre los indicadores “proxy” y una buena sensación subjetiva. “La revista proporciona distintos niveles de divulgación. Creo que todos ellos son necesarios. Funciona muy bien en la web y en las redes sociales. Además, hay iniciativas como ´los porqués de la ciencia´ —la gente plantea preguntas que luego son contestadas por investigadores de la propia universidad— que se están usando en algunas escuelas”.

Algo que también están consiguiendo las Unidades de Cultura Científica.


Las Unidades de Cultura Científica: el ejemplo de Vic
 

“El objetivo de las Unidades de Cultura Científica (UCC) es aumentar la cultura científica de la sociedad en general”, define Pilar López Uceda, responsable de la Unidad de Divulgación Científica de la Universidad de Vic. En general, pueden funcionar a través de cuatro líneas, lo que las distingue de unidades de extensión universitaria como la Cátedra del País Vasco: hacen difusión de su propia investigación (la Universidad de Granada cifró el impacto publicitario que su UCC consiguió como el equivalente a 8,3 millones de euros en 2017), pueden contribuir a la formación en comunicación de los propios investigadores y también pueden hacer promoción de cultura científica o directamente de vocaciones científicas.

Actualmente hay unas 80 unidades de este tipo en España, tanto de universidades como de centros de investigación. La de Vic, particularmente activa, es la única en Cataluña perteneciente a una universidad privada. Trabajan en cada una de esas cuatro líneas, con algunas iniciativas particulares. Por ejemplo, han organizado un curso de especialización y un postgrado en comunicación científica. “Está dirigido a cualquier profesional interesado”, explica López Uceda, lo que incluye tanto a “profesores como a investigadores o a aquellos que buscan un cambio profesional”.

Uno de sus proyectos con más éxito ha sido el de la organización de tertulias de literatura científica, que han llegado ya a más de 17.000 alumnos de unos 150 centros de secundaria. “Se hace una propuesta de lectura de divulgación científica con los profesores del instituto y, posteriormente, se organizan sesiones con el autor”. Las unidades funcionan prácticamente en red y se tejen colaboraciones. “La unidad de la Universidad de Córdoba nos pidió permiso para replicarlo. Nosotros, encantados”.
 

Una de las tertulias de literatura científica organizadas por la UCC de la Universidad de Vic


Sobre la gran pregunta del impacto, López Uceda confiesa no tener datos objetivos, más allá de las buenas sensaciones. “Habría que hacer un seguimiento exhaustivo que nosotros no hemos desarrollado”. Pero sí menciona un estudio del año 2015 efectuado por CosmoCaixa y la FECYT, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Durante dos años organizaron un programa de charlas y talleres científicos en diferentes institutos de secundaria de Madrid y Barcelona y que incluyeron a unos 2500 alumnos. Después, analizaron el itinerario que seguían en sus estudios comparándolo con aquellos que no habían participado en el programa. Los resultados mostraron que había un incremento de casi el 6% en las opciones de ciencia y tecnología, que el aumento era particularmente acusado en los alumnos de nivel socioeconómico más bajo y que su incidencia era mucho mayor en los chicos que en las chicas.


Vocaciones, presencia, escuelas, atmósfera, cultura, agitación y propaganda.


O, más allá de la eficacia y sin menospreciarla: un bien en sí mismo.



Jesús Méndez (@jesusmendezzz) es médico y doctor en bioquímica. Desde hace unos años se dedica en exclusiva al periodismo científico. Cofundador de la asociación Dixit Ciencia, colabora con numerosos medios impresos y digitales. Ha recibido varios de los premios más prestigiosos de periodismo científico concedidos en España, como el Premio Prismas Casa de las Ciencias, el Premio Concha García Campoy o el premio Boehringer de Periodismo en Salud, entre otros.

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